martes, 20 de noviembre de 2012

Algo tan sencillo cómo la humildad


Si se tratase de algo fácil, no tendríamos que repetirlo, publicarlo, comentarlo; simplemente estaría integrado en nuestro sistema de conciencia y motricidad, así cómo conducir una bicicleta una vez aprendido. Más sencillo que ser sinceros, más sencillo que amar, pero mucho más difícil de practicar.

Al subir a un automóvil suele suceder algo muy extraño: nos acoplamos a su carrocería (o viceversa) y nuestro ego se convierte en una especia de tanque armado. Cuando apenas alguien se nos cruza por el camino, sacamos las municiones y nos aprestamos a disparar. Por eso un día decidí hacer de mi bicicleta el mejor medio de transporte. Es ecológico y un excelente ejercicio pero sobre todo me mantiene conectado al resto del mundo. Cuando me toca conducir carro ciertamente me desconozco, me sale el diablo y no le aguanto peros a nadie.

Cuando escuchamos los argumentos presentados acerca del comportamiento de x o y persona, quienes lo profieren lo hacen generalmente desde su propio punto de vista y pocas veces reflexionan acerca del motivo oculto o no que puede haber detrás de ello. Todos actuamos por necesidad, ya sea abiertamente expuesta o subconsciente y en ello se encuentra siempre la falta de entendimiento de la que todos somos presa. No nos conocemos y menos aún en estos días, tenemos tiempo para hacerlo.

En el diario vivir caemos presa de las presiones a las que nos exponen el trabajo, la vida familiar (los gastos principalmente) y las relaciones “difíciles” con los demás. Convivimos con ellos como algo natural, hemos sido condicionados a actuar según ciertas reglas y parámetros provocando nuestro propio apartheid – nos hemos separado de nuestra naturaleza colectiva fijándonos en el yo cada vez más. Esperamos que los demás reaccionen según nuestros propios condicionamientos y cuando alguien sale del margen es apuntado y apartado. En el peor de los casos llegamos a creer que las demás personas están a nuestro servicio y que por lo tanto tenemos derecho a exigir o demandar según nuestra condición de poder.

No nos preocupamos por escuchar o descubrir el motivo oculto. Ese motivo oculto está ahí, siempre presente, nos golpea en la cara y no lo reconocemos. ¿Cuántas vidas más tendremos que desperdiciar? NO SOMOS SERES SEPARADOS DE LA NATURALEZA!!! Dios (sea el tuyo o el mío) nos ha entregado un mundo perfecto, si tan solo lo llegásemos a entender. Una vez que nos demos cuenta, el camino a la humildad será mucho más claro, la vida más completa y el mundo un lugar más feliz. El camino de la humildad es aquel en el cuál nosotros estamos al servicio de los demás, es ahí en donde descubriremos el verdadero amor.

Todos somos parte de éste mundo, de la realidad que vivimos. Todos juntos podemos convertirla en una pesadilla o en el sueño más sublime. Hoy lo llevamos por medio de la ignorancia hacia los más oscuros rincones del Hades. ¿Hasta donde podríamos llevarlo si todos fuésemos conscientes de nuestro poder?