jueves, 29 de diciembre de 2011

El amor y las montañas


En Cuzco, cuando apenas comenzábamos a enamorarnos, salí a dar un paseo pero más que eso sería una misión de resistencia y capacidad. Quería saber hasta dónde podía llegar con mis compromisos personales, con mi voluntad de seguir adelante en lo que en algún momento se estaba convirtiendo en una carrera fatigante.  Había intentado desde que llegué a Lima reincorporarme al medio audiovisual en lo que por su tiempo parecería fallido. Aunque era una prueba física, las cuales suelo imponerme de vez en cuando, para mí era mucho más que eso. Era saber que no podía rendirme, que trace lo que me trace podía seguirlo y cumplirlo. Subir la montaña más alta, sin ser yo un escalador experimentado, sería entonces una prueba de mi fortaleza como ser humano. Por suerte contaba con la compañía de mi buen amigo Michael, aquel que en otros momentos también sirvió de consejero e infidente, y que al igual que yo vive con espíritu aventurero.

Salimos temprano en la mañana, empacando manzanas, un poco de queso serrano que aunque no sea tan delicioso como el Cajamarquino, éste Cuzqueño que metíamos en la mochila no se quedaba atrás. Las barras energéticas necesarias, mucha agua y las botas bien puestas. Inicialmente la idea era salir a dar un paseo por el campo y subir alguna de las montañas aledañas, divertirnos y pasar un día íntimo entre dos amigos que aunque estuviesen viviendo juntos no se veían mucho.  

El taxi nos llevaría al inicio de nuestro camino, las escaleras del barrio de San Sebastián nos conducirían hasta aquella planicie desde donde se podía ver la extensión de la ciudad. Los aviones de LAN entraban prácticamente cada quince minutos mientras el sol comenzaba a pedirnos que nos quitásemos alguna de las capas extra de ropa que llevábamos encima. Era temporada de frío pero igual el sol quemaba en el día, por suerte Michael siempre bien preparado llevaba el bloqueador solar que por lo general suelo olvidar. La montañas se veían magníficas desde donde caminábamos, con razón los antiguos Incas las veneraban. No sólo son majestuosas e imponentes sino que pueden darte una sensación de fortaleza única y fe.

En el camino íbamos recordando aquellos momentos que habríamos vivido años atrás los cuales permitieron que nuestra amistad se desarrollase casi al nivel de una complicidad entre hermanos. Podíamos hablar de cualquier tema y sabíamos que ello no saldría de entre los dos, incluso aquellas cosas que tal vez hubieran sido importantes mencionarles a otras personas allegadas al círculo cercano no podían salir de nuestra intimidad. No es que fuese algo forzado sino que nuestro amor era tal que quebrarlo aunque fuese por el bien común era impensable.

Yo le hablaba de ti y el se reía, estaba feliz de verme tan ilusionado luego de conocer las decepciones amorosas que había tenido en el pasado. Al conocerme tan bien sabía cuáles eran mis falencias y también el gran potencial oculto. Yo por mi lado recordaba feliz la respuesta fugaz con la cual respondí en aquella oportunidad en la que me consultó preocupado que debía hacer al haber dejado embarazada a Sandy. “You are going to have that baby!” fue lo que le dije casi como una orden. Para mí el aborto nunca ha sido una opción, aunque siempre entenderé algunas razones por las cuáles otras personas lo deciden.

Me preocupaba sobre todo mi situación financiera, algo que para un artista es bastante común y por lo cual había partido a aquella ciudad tan lejana de ti. Quería encontrar una solución aunque en su momento no sabía cuál sería y que finalmente me costó tanto encontrar. Estaba enamorado y quería un futuro estable, poder aportar en casa y no tener las preocupaciones de poder llegar a fin de mes. Michael me ofreció un puesto en la cadena de restaurantes para la que trabajaba y en verdad no lo pensé dos veces. Sería algo pasajero pero con lo cual pretendí poner en orden aquello que un año en para había desestabilizado.

Caminábamos entre un hermoso sendero verde, un riachuelo al lado nos ayudó a refrescarnos y al ver una bifurcación en el camino nos enfrentamos ante la pregunta de cuál destino tomar. Allí mismo y como por designio divino una señora con un burro a cuestas daría vuelta por uno de las trochas pasando luego por nuestro lado. Le pregunté a donde nos dirigirían ambas opciones y riéndose al encontrarse con éstos “gringos” locos nos dijo que uno era el camino a Tambomachay mientras el otro lo podríamos seguir hasta Pisac. Al marcharse y con tan solo mirarnos supimos cuál sería la respuesta, el camino más largo.

Antes de enrumbar nuevamente nos sentamos a comer un poco y seguimos hablando acerca de lo que deseábamos en el futuro. A él le preocupaba mucho el estar lejos de su familia, habían intentado vivir todos en Cuzco pero Sandy no se habría acostumbrado. Cuzco no es una ciudad para todos, es preciosa y tiene mucho para ofrecer a aquel que disfruta del campo, de la mística y de la historia pero muy poco para el comprador impulsivo, el aficionado al cine y a los que viven del mar. El estar lejos de tu pareja es difícil, lo sé porqué a mi me pasaba lo mismo, pero el estar lejos de tus hijos imagino debe serlo más aún. Extrañaba ir con Mikey Jr. al estadio a alentar aquella camiseta roja que algún día logró lo que ningún otro, la gloria sudamericana. Extrañaba las caricias de Mia, tan chiquita ella pero a la vez tan llena de amor. Yo te extrañaba a ti sobre todas las cosas.

Finalmente terminamos nuestro pequeño descanso y luego de andar un poco vimos aquél hermoso cerro que se presentaba frente a nosotros, volteamos y al mirar alrededor era el más imponente que había, probablemente el más alto desde el lado del valle en el que estábamos. Nuevamente bastó una mirada entre los dos y sin pensarlo comenzamos a trepar. Poco a poco fuimos subiendo, pasando por entre pinos y eucaliptos que ofrecían su maravilloso olor.

 Al terminar el pequeño bosque pudimos nuevamente observar el horizonte y ya muy lejos aquella ciudad que habríamos dejado atrás. Sin darnos cuenta ya teníamos de recorrido una gran distancia, al otro lado del cerro la carretera que serpenteaba cuesta abajo camino a Pisac. Seguimos trepando, aunque cada vez nos cansábamos más. No sé si por el efecto de la altura o porque simplemente ya nuestras piernas no resistían. A cada paso pensaba en ti, en las dificultades que tendría que enfrentar para poder cumplir mis metas y lograr ése sueño que poco a poco comenzaba a tomar forma; tener una familia contigo. No sería fácil ya que por muchos años anduve de un lado para otro, sobreviviendo y ambicionando seguir la elusiva carrera del actor que mal que bien algunos éxitos me habría acaparado en algún momento pero que al regresar al Perú cada vez se sentía más lejano. No solo porque luego de intentar, llamar y tratar de conseguir algo fuera de un comercial u otro sino también porque cada vez me encontraba más desencantado con el medio. Sabía que sería difícil pero mi corazón me decía que el amor era más fuerte y que luchándola lo conseguiría.

La montaña se hacía cada vez más agreste y las botas recién compradas me comenzaban a lastimar el pie. Adolorido me senté un momento y al sacarme el zapato me di cuenta de la sangre que manchaba la media blanca. ¡Mierda! Fue lo primero que pensé, ¡Ya me jodí el pie! y retirándome suavemente la calceta me dí cuenta del pedazo de piel que colgaba de la punta de mi dedo gordo. Medía tal vez 5 centímetros y tenía un grosor sorprendente. ¿Cómo te puedes hacer tanto daño de ésa manera? Hasta ahora no puedo entenderlo, pero ése no era el tema en aquél momento. Me preocupaba sobre todo el poder continuar en el camino trazado, poder finalmente cumplir mi meta. Aquella que sin querer queriendo lo representaba todo.

La capa de piel colgaba de apenas un fino hilo, por suerte algo sé de cuidado en éstos casos y me cubrí la parte afectada con el mismo trozo que había sido removido de ella. Michael, como buen scout, me regaló una curita y nos quedamos allí sentados un momento. ¿Qué hacemos ahora? me preguntó preocupado, seguir fue lo que le contesté. Aún faltaba lo que parecía unos buenos 800 metros y no me rendiría por nada del mundo.

Sabía que lo podía lograr pero más allá de eso lo hacía por llegar a esa conclusión que me fue contundente al estar mirando el paisaje una vez llegado a la cima. Cada célula de mi cuerpo me decía que todo, absolutamente todo, mi amor contigo, mi trabajo, mi futuro estaría bien. Sólo sería cuestión de superar las pequeñas trabas que nos pone la vida en el camino.

1 comentario:

  1. Arriba, siempre arriba hasta las estrellas!!
    Las piedras del caminio se echan a un lado y se sigue!!

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