Muchas veces pasamos por
la vida rabiando, lamentándonos y odiando a los demás. Quizás odiar sea un
término un poco fuerte para algunos casos pero el hecho es que gastamos
nuestras energías pensando en lo desgraciados que somos por lo que nos hacen
los demás. No estamos conformes con lo que pasa a nuestro alrededor y
resentimos que las personas no hayan actuado en la manera en la cual esperábamos
que lo hiciesen. Todo esto no hace más que causarnos más dolor y más pena.
Cuando esperamos una respuesta
determinada por parte de otros, salvo aquellos casos de civismo tan necesarios
en realidades como la nuestra, lo que estamos haciendo es actuar desde nuestro
propio ego. No admitimos que las personas son distintas a nosotros, que cada
uno tiene su propio bagaje y que por lo tanto procederán de acuerdo a sus
propios condicionamientos.
Es cómo esperar que la
persona que amas te ame de la misma manera, que tus favores sean correspondidos
en igual cantidad o que nuestros amigos nos respalden cuando en verdad no lo
pueden hacer por x o y motivos (los cuales podrían estar bien fundados o no, da
igual). Los resentimos y comenzamos un círculo de odio que lo único que hace es
impedir nuestro crecimiento personal pero lo peor es que nos quedamos con ése
rencor dentro de nosotros y cada vez que vemos o escuchamos hablar de aquella
persona volvemos a caer en un abismo de energías negativas que finalmente nos
hacen sentir fatal.
No es fácil perdonar, y
más si nos han roto el corazón, si nos han maltratado o incluso agraviado
físicamente pero finalmente es lo único que nos ayudará a seguir adelante. Siempre
decimos que perdonamos pero no olvidamos quedando un atisbo de sufrimiento que
aún nos hace daño. Cuando logremos ver que lo que sucedió fue algo que nosotros
mismos condicionamos en nuestras vidas, ya sea en nuestra programación inicial
o a través de nuestros propios miedos, que las demás personas son tan solo
nuestro reflejo que nos permite ver aquello que debemos de trabajar en nosotros
mismos y que todo lo que sucede, absolutamente todo, es parte de nuestro
aprendizaje aquí en la tierra con la sola finalidad de crecer en espíritu, ése
día será el día en que nuestras vidas cambiarán para siempre.
Existe una técnica
maravillosa que si te interesa puede ser aplicada para mejorar ésa situación en
la que te encuentres, es el Ho´ponopono, un mantra precioso y muy sencillo
proveniente de Hawaii y que ha sido comprobado su poder curativo. Simplemente
repite “Perdóname, lo siento, te amo, gracias” para tí mismo y la energía
divina que hay en tu interior estando en paz. Si quieres conocer un poco más
acerca de ella te recomiendo leer éste blog.
perdonados, perdonemonos, si es que realmente conocesmos que significa el perdon, perdonar es un acto de amor sin fin, por eso perdonarnos a nosotros mismos es una manera de expandir el amor que somo capaces de generar ,ofrecer ....
ResponderEliminar